Tres españoles se fueron a Finlandia a vivir. Las razones son diversas, pero la que más pesa en los casos que te presentamos es la crisis económica. Las personas que conocerás en esta entrada se llaman Ximo, Antonio y Benito.
La historia de Antonio empezó con una beca Erasmus en Finlandia, que le permitió conocer el país. Sin embargo, admite que en ese tiempo su integración fue un fracaso. La razón, vivía en una «burbuja internacional». Entonces, ya sin dinero, volvió a España. «Dejamos el sueño finlandés como uno de esos planes sin fecha», añade Antonio. Pero, esperad, que hay más. Resulta que no fue un adiós definitivo.
«Primero se fue mi mujer a probar cómo era el sitio. Y después de unos meses organizando la mudanza llegué yo», explica Antonio. Así fue como en enero de 2011 aterrizó en el país. Al principio tenía dudas, sobre si aprendería el idioma, sobre si el dinero aguantaría… Se alojaron en el pueblo de Lieksa, en el centro de Finlandia, cerca de la frontera rusa.
En Lieksa hizo una FP, y en verano trabajaba con su pareja en un camping. Pero allí sintieron algo de rechazo y, «con pocas posibilidades volvimos a mudarnos a Helsinki«. Ahora él hace trabajos de mantenimiento y su mujer se hizo cocinera.
De Finlandia le gusta «la sencillez de la gente y de la vida aquí», así como la naturaleza, la cabaña del lago «y cuanto más rústica, mejor». En la comida, destaca el pescado finlandés y el guiso de Carelia. Eso sí, todavía echa de menos la familia y los amigos de España. Ahora sigue en Helsinki con su mujer (ojo, es española, aunque no lo parezca).
Uno de sus problemas fue con el idioma, que lo califica de «ininteligible». Pero tras varios cursos, ir practicando y mirando Wiktionary ha progresado, como dirían en la escuela, adecuadamente. Eso sí, le ha dedicado mucho tiempo, hasta 10 horas semanales.
En ese primer año cometió el mismo pecado que Antonio, meterse en un grupo de extranjeros. Sin embargo, poco a poco fue relacionándose con finlandeses, lo que le permitió abrirse más al país.
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Ahora mismo vive solo, aunque ha estado con otro chico finlandés «que odiaba a los gatos», así que le dio portazo cuando llegó a su vida «el gato más adorable del mundo«. Vivan los gatos, ¿no? Y durante su tiempo libre, «voy de vez en cuando a la sauna pública y a quejarme al Ayuntamiento por su inutilidad a la hora de pasar las quitanieves».
Cuando Benito llegó, estuvo un mes con un chico que conoció mediante la plataforma Couchsurfing hasta que encontró trabajo en una empresa de limpieza. A partir de entonces fue al «peor sitio de Finlandia, la antigua cárcel para borrachos, en Veromies». Ahí pasó cuatro meses entre ruidos y malos rollos.
De España, echa de menos la comida, la familia, los amigos y bajar al bar a tomarse unas cañas. Aunque, eso sí, luego «el 99% de la gente estuvo muy predispuesta a ayudar». Y además tiene la compañía de su fiel perra. En el capítulo del idioma, por suerte no lo necesita para trabajar, pero aun así está aprendiendo poco a poco.
Sobre Finlandia, destaca que que es un país «bastante justo» y «son bastante estrictos con las normas«, lo cual a veces puede ser malo porque «les hace menos tolerantes». También se queja de la sanidad: «Me parece un poco raro que con las ayudas hay las medicinas salgan tan caras y haya que pagar por la atención medica».
Muchas gracias a los tres por concedernos un tiempo. Los tres han sido majísimos. Tú, lector, ¿con qué te quedas de estas historias? 😀