Exacto. Es el presidente. No un presidente. Porque Urho Kekkonen todavía sigue vivo en el recuerdo de todos los finlandeses por la bestialidad de años que estuvo al frente del país. Ya sabes lo que dicen, que el roce hace el cariño.
El 31 de agosto de 1986 nos dejaba Urho Kaleva Kekkonen a los 86 años tras una larga en la política, culminada con la presidencia de Finlandia desde 1956 hasta 1981. De esta forma, consiguió todo un récord: el de la persona que más tiempo ocupaba ese cargo. Eso sin contar que antes también llegó a ser primer ministro.
El 3 de septiembre de 1900 nacía en Pielavesi (Savonia). Empezó su carrera política en el Maalaisliitto (Partido Agrario), con lo que se presentó como un abogado de la parte más rural del país. Se unió en 1933, cuando ya había pasado por la Asociación de Municipios Agrarios como abogado. Incluso llegó a escribir en alguna revista como redactor jefe o columnista, tal y como recoge su biografía.
El ascenso de Kekkonen fue fulgurante. En 1936 entró en el Parlamento y rápidamente se hizo con el cargo de segundo ministro de Interior. Al cabo de ocho años, ya era ministro de Justicia en el gobierno de Juho Paasikivi.
El primer asalto a la presidencia fue en 1950, precisamente en una lucha con Paasikivi. No lo logró, aunque de todas formas fue nombrado primer ministro. Fue apartado del cargo en 1953, aunque logró volver tras la amenaza de la URSS de cortarles el crédito.
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Ya en 1956, Urho Kekkonen logró llegar a ser presidente de Finlandia. Así empezaron 25 años, no exentos de algunas crisis. Encadenó victoria tras victoria en las urnas. Sin embargo, en 1981 su salud se empezó a resentir, motivo por el que se fue. Así, se quedó reposando en su residencia de Tamminiemi hasta el momento de su fallecimiento.
Urho Kekkonen en lo personal
Siempre me han contado que Kekkonen fue un hombre que tenía unas relaciones con la URSS muy buenas. Se ve que hizo buenas migas con los rusos, imagino que también por intereses económicos que se ven reflejados en el incidente del 53 que acabo de relatar.
Sin embargo, desde el punto de vista de sus críticos, también era alguien que ansiaba poder, y si tenía que ascender posiciones, podía hacerlo sin escrúpulos por quienes se interpusieran, según su biografía antes citada. Incluso en el colegio tuvo problemas por la rebeldía y la arrogancia que mostraba en clase. En 1932 fue testigo en Alemania de la llegada de Hitler, lo que me llega a preocupar por ese acercamiento al extremismo.
Dejando de lado estos temas, ahora Kekkonen descansa en paz en el cementerio de Hietaniemi, en Helsinki. Allí está enterrado junto a otros presidentes y primeros ministros de Finlandia. Así que si quieres ir a llevarle unas velas o flores, ya sabes.
Además, como homenaje, le han puesto su nombre a algunos sitios. En Laponia «tiene» un Parque Nacional, en Helsinki pusieron un monumento conmemorativo en el parque de Töölönlahti… Incluso convirtieron un museo una de sus casas, la de Tamminiemi. Y ya en la literatura, la escritora Maarit Tyrkkö lanzó unas memorias sobre Kekkonen, tituladas «Presidente y periodista«.
Su biografía destaca que es recordado como un estratega muy habilidoso y por sus cualidades en todos los campos de la política. Gustará más o menos, pero desde luego es un personaje que ha influido mucho. ¿Cómo crees que actuó Kekkonen en estos años?