Las guerras traen muchas muertes en combate, pero también por condenas, un aspecto que no suele ser tan comentado. Finlandia, en este sentido, no ha sido una excepción, por desgracia. Sino, que se lo pregunten a Martta Koskinen, la única mujer a la que le cayó la pena de muerte en el país.
Es una de las cosas que me llevé de una exposición en el Ayuntamiento de Helsinki, llamada The dissidents (Los disidentes), y creo que vale la pena contarlo. Una mujer, costurera que llegó a pedir clemencia al presidente, pero que vio cómo sus súplicas caían en un saco roto.
Martta Johanna Koskinen nació en 1897 en Hollola, indica la web Kansan Uutiset. En su corta estada educativa, un año en el colegio, aprendió lo básico para leer, escribir y contar.
Con 20 años, y tras unirse a la Punakaarti (Guardia Roja), fue detenida por primera vez en el contexto de la guerra civil de 1918, cuando el país acababa de independizarse. Condenada a cuatro años de prisión por traidora. Desgracias de las guerras, que se encarcela a quienes piensan diferente que tú. Por suerte, pudo salir al cabo de poco más de un año.
Después acabó en al SKP (Suomen Kommunistinen Puolue, es decir, los comunistas). Y así es cómo ella volvió a prisión en 1933. Como bien apunta YLE, el partido había sido prohibido. Además, encontraron documentos en su casa que le vinculaban con ellos.
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A partir de 1935 fue, de nuevo, liberada. Así, se unió al Suomen-Neuvostoliiton rauhan ja ystävyyden seura, un grupo que supuestamente buscaba la paz entre la URSS y Finlandia. Este club, por cierto, estaba prohibido. Llegó a participar en una banda comunista que actuaba en la clandestinidad y, cómo no, volvería a ser detenida. El juez le acusó de traidora, espía y secuaz enemiga. La condena: la muerte.
A pesar de que recurrió, no pudo evitar acabar fusilada. Martta Koskinen murió el 28 de septiembre de 1943 y pasó a la historia como única mujer con la pena de muerte en tiempos de guerra. Murió defendiendo sus ideas como activista política que era.
La carta de Martta Koskinen antes de morir
Antes de morir, eso sí, escribió una carta y dejó sus últimas palabras. Un texto que empezaba así.
«Hoy, fui informada de que el presidente ha rechazado mi apelación de súplica. Esto significará que tendré que enfrentar lo que ya había anticipado. Mis espíritus están calmados, así como mi conciencia está clara, y yo creo que la verdad algún día emergerá y la justicia prevalecerá».
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Koskinen expresó bastante serenidad en el escrito, como ves. Sorprende observar que una persona que está a 24 horas de morir se explica de esta forma. Posteriormente seguía la carta:
«Nosotros somos seres humanos, pero granos de arena en la autopista de la vida. La vida nos pasa por encima hacia delante y nada es sin un propósito, todo tiene un significado».
La historia, seas del bando que seas, te muestra cómo fue la crueldad de la guerra. En fin, ¿qué te ha parecido la vida que ha tenido esta activista?