¿Quién dijo que las máquinas del tiempo son solo ficción? Pues lo cierto es que existen. Sí, tal cual lo lees. La única pega es que no te transportas físicamente al siglo XVI. Es más bien que la antigüedad viene hacia ti. Y eso es lo que ocurre con el Museo Nacional de Finlandia (Kansallismuseo).
A pocos minutos caminando desde el centro de Helsinki, nos encontramos este espacio dedicado a la historia de Finlandia desde la época medieval hasta el siglo XIX. La época de dominio ruso, los suecos, la vida de los finlandeses hace cientos de años… Descubrámoslo un poco mejor.
De entrada, una gran torre nos recibe con el lema «la historia está aquí». Aunque creo que solo era una manera de tapar las obras que se estaban cometiendo. Solo la fachada ya es todo un símbolo. Ya te anuncia que dentro te espera todo un viaje.
Después de pagar y meter nuestras cosas en una taquilla, nos adentramos en su exposición permanente. Si eres de los que en las comidas te comes lo que menos te gusta primero, te sentirás como si estuvieras sentado en la mesa. Lo primero de la época medieval que nos recibe son una serie de figuras de piedra, ya bastante degradadas por el tiempo. Y sí, fue lo que menos me dijo de la entrada al Museo Nacional de Finlandia.
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Pero a partir de ahí solo podía ir a mejor. Y así fue. Las siguientes salas del museo nos explicaban cómo fue la época en la que Finlandia era sueca, el dominio ruso… Allí podrás conocer algunos de los cuadros de antiguos zares en los que aparecen impolutos. De hecho, tienen un espacio dedicado para estas pinturas que llama la atención por lo lujoso que se ve. El trono aún luce como en aquellos tiempos.
La vida antigua en el Museo Nacional de Finlandia
Pero no todo es historia a nivel político, digamos. También hay hueco para conocer cómo vivían los finlandeses en aquellos tiempos. Desde detalles como muebles, los carros que tiraban o hasta una altísima estufa, de unos dos metros de alto, con la que se calentaban en esa época. La pesca también fue un punto importante, pues muchos vivían de eso. Así, también mostraban algunos objetos, muy rudimentarios en comparación con lo que hay ahora, para pillar su comida en el agua.
En este sentido, hay muchas salas que son sorprendentes. Porque parecía que estaban decoradas como si fueran viviendas antiguas. Y está muy logrado, no solo por esos muebles viejos a la vez que cuidados. Las paredes también estaban cubiertas de tiras de madera que simulaban las de las casas de hace ya unos siglos. Lo que más me fascinó, sin embargo, fue una pequeña casita a la que no se podía entrar. Pero se podía observar bien desde fuera. No había nada, solo una mesa. Era como una mökki.
Una de las cosas que también recuerdo con cierto cariño es una parte en la que exponían mapas antiguos. Y claro, luego se veía alguno que estaba totalmente deformado. En un mapa del norte de Europa, Finlandia se identificaba porque al lado había una masa, Suecia y Noruega. Cualquier parecido en la forma con la realidad era pura coincidencia. Claro, es una anécdota esto, pero es que ellos pensaban que el mundo era así. Y tampoco tenían una manera precisa de adivinarlo.
Los precios, ya te digo, merecen la pena. Son bastante asequibles, 10 euros por persona. Siete si eres jubilado o estudiante. Y, por si decides ir, los horarios son de martes a domingo, de 11 a 18 horas. Los lunes cierran. Puedes ver más información en su página web.
Ya te digo que yo acabé encantado con la visita. Vamos, era apasionante ver la historia por el Museo Nacional de Finlandia. Y eso solo con la exposición permanente, porque en el momento en el que fui estaban preparando una sobre el centenario. ¿Ya tienes pensado ir la próxima vez que vayas a Helsinki? 😉