La eterna oscuridad del invierno en Finlandia obliga a los habitantes a buscar luz de donde sea. Da igual si es de las luces de Navidad que se mantienen durante toda la estación o mediante un viaje al sur. En el caso de que esto último no sea posible, hay que aprovechar hasta el último recurso, como las linternas de hielo.
Cualquier casa que tenga una linterna de hielo gana. En luz y en belleza. Porque, aunque no iluminen de forma excesiva, siempre es un detalle agradecido a la vista. Y además es fácil de hacer. ¿Quieres aprender a hacerlo?
Antes de todo, ¿qué diantres es una linterna de hielo? No es más que una estructura de agua congelada con el interior vacío y una vela. Realmente la capacidad lumínica es ínfima, pero cualquier detalle que ayude a mitigar esa oscuridad reinante se agradece.
Si quieres hacer una linterna de hielo, lo primero es estar en un país frío como es Finlandia. En el Sáhara rara vez lo podrás hacer. Bien, una vez hemos abandonado el continente africano y ya estamos más al norte, lo primero que hay que hacer es esperar a que lleguen las temperaturas bajo cero. Lógico, ¿verdad?
Luego no hay más que llenar un cubo de agua. Más o menos tienes que poner cuatro quintas partes de líquido, que haya suficiente agua, pero que no se te desborde mientras lo llevas hasta fuera.
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Ahora lo dejas en el exterior, que le dé bien el aire fresquete. Más o menos tendrás que esperar un día para pasar al siguiente paso. Si las temperaturas están cerca de cero, posiblemente debas dejarlo reposar unas horas más. En cambio, a más bajas, menos tiempo de espera.
Llegado el momento, tendrás que meter el cubo dentro de casa, unos 5-10 minutillos, para que luego sea más fácil de quitar el bloque de hielo del cubo. Mientras puedes ir buscando un pico o algo que te sirva para agujerear. Sal de casa y empieza el juego. Pones boca abajo el cubo de agua helada y le das un par de golpecillos hasta que el bloque de hielo baje.
El último paso para la linterna de hielo
Si has dejado el cubo el tiempo exacto, con un único golpe suave te bastará. Si en cambio se te ha pasado de punto, deberás picar hasta hacer un agujero, con cuidado de no romper más de la cuenta. Cuando ya tengas un hueco por el que pase tu mano, retira el agua que aún permanece líquida. Y el último paso, dejar la linterna de hielo donde quieras, encender una vela y ponerla dentro.
¿Cuál es mi recomendación para que te salga bien? Pues hacer muchas pruebas. Prepara muchos cubos, porque es posible que se te rompa más de una linterna. De hecho, los dos primeros intentos que yo hice acabaron en fracaso tremendo. Te lo explico…
La primera que hice se me pasó. Me quedó helada a tope, y el hueco que había para la vela era minúsculo. Intenté hacerlo más grande, pero acabé partiéndolo por la mitad.
En cambio, la segunda vez fue casi perfecta. Me faltó solo dejar el cubo un ratito dentro de casa cuando ya estaba listo. Porque cuando fui a extraer el bloque, le pegué un golpe un pelín fuerte y… Al final inventé el plato de hielo que ves aquí arriba. A la tercera, años después, ya me salió como toca.
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Este inventillo hay que asociarlo a la larga noche invernal. Cualquier cosa para dar un poco más de luz a las casas sirve, y posiblemente en la antigüedad fuera el mejor método para mantener alejada la oscuridad en las calles. Hoy en día tenemos farolas, pero aún así los finlandeses se animan a hacer la suya cada año. Es como un clásico. Ahora también le damos un valor estético.
Por cierto, hablando de lo bonito que es, podrías probar de hacer algo de arte y verter en el agua lo primero que pilles. Líquidos de colores, piedrecillas, estrellas… Lo que encuentres. ¡Deja volar tu imaginación!
En fin, ya lo dicen, que nadie nace siendo un erudito de las linternas de hielo. Con un poco de práctica todo se consigue. Y tú, ¿ya has hecho la tuya? Si no has tenido la ocasión, siempre puedes intentar hacer un hueco en el congelador.