Cuando sabes desde pequeño que tienes que seguir tu sueño, debes hacerlo. Puede que así incluso llegues a la fama. Este fue el caso de Aleksi Gallen-Kallela, uno de los pintores finlandeses más destacados de la historia. Su estilo nacional-romántico le catapultó al éxito, aunque tampoco faltaron críticos, en especial hacia los años 20 del siglo XX.
Pero empecemos por el inicio, donde, sin nadie saberlo, se escribió la primera página de la historia del arte en Finlandia. El 26 de abril de 1865, Gallen-Kallela nació en Pori, una ciudad en la costa oeste de Finlandia.
Desde los 13 años, acudía a clases de pintura en la Suomen Taideyhdistys (Sociedad finlandesa de arte), según su biografía. De hecho, encaminó sus estudios hacia esta rama. Tuvo la suerte de que en aquella época la educación artística ya estaba bastante desarrollada en Finlandia. Aun así, en 1884 decidió irse a una academia en París para reforzar sus conocimientos.
La influencia de su madre pudo ser el detonante para la explosión artística de Gallen-Kallela. Mathilda Gallén era aficionada a la pintura, por lo que desde pequeño pudo ver lo que hacía. Posteriormente, ella se mostró interesada en seguir su carrera.
Su primera exhibición fue precisamente en la Suomen Taideyhdistys en otoño de 1886. Sus obras naturalistas dividieron al público. Los conservadores no soportaban que retratara la realidad de forma cruda, es decir, sin buscar la belleza. En cambio, los más liberales aplaudieron su trabajo.
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La obra de Gallen-Kallela también incluye elementos del Kalevala, la epopeya nacional finlandesa. Por ejemplo, desde 1889 hasta 1891 trabajó en el tríptico de Aino, que ganó una competición nacional de pinturas que retratan a personas. También plasmó un fresco llamado Kullervon sotaanlähtö, es decir, La marcha a la guerra de Kullervo.
Los viajes de Gallen-Kallela
A partir de entonces, pasó su juventud a caballo entre Francia y Finlandia con el pincel entre dientes. Pero también viajó a Londres, Berlín o Florencia. Y no tardaron en llegarle los reconocimientos. En 1889 le otorgaron la medalla de segunda clase en la Exposición Universal de París.
En 1899, le tocó empezar a trabajar en el pabellón finlandés de la Expo de París de 1900. Cubrió su cúpula con frescos, lo que hizo que le galardonaran con dos medallas de oro y otras dos de plata. Todo un exitazo.
En 1909 su vida artística dio un vuelco. En un viaje a París, se dio cuenta de que no le gustaba el nuevo estilo que imprimían en las obras en ese momento. Así, se fue a África dos años. Allí estuvo en Nairobi (Kenia). A su regreso, no paró de viajar. En 1923 se fue a Nuevo México (Estados Unidos) para estudiar el arte de los indios.
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Finalmente, en el viaje de vuelta de Copenhague, donde había dado una conferencia, pilló una neumonía. Murió en Estocolmo el 7 de marzo de 1931 a los 65 años. Eso sí, dejó este mundo tras haber conseguido varios reconocimientos a su arte.
¿Sabías que…
- … su verdadero nombre es Axel Waldemar Gallén?
- … ilustró la novela Seitsemän Veljestä, Los siete hermanos, del tito Kivi?
- … fue presidente de la Suomen Taiteilijaseura (Asociación de Artistas de Finlandia) de 1911 a 1915?
- … el mariscal Mannerheim le invitó a convertirse en su primer ayudante?
- … un incendio acabó con parte de sus frescos en 1931?
Una trayectoria prolífica que se cortó repentinamente. Y demasiado pronto. Pero ahora ya sabes más de su vida. ¿No encuentras que ha sido muy movida? Solo le ha faltado Asia y Oceanía.