Finlandia también fue una monarquía. Es así. Tuvo un rey poco después de la Guerra Civil. Pero no le dio tiempo ni siquiera a llegar al país, ni a romperse la cadera en Botsuana ni a tirar a su amante por la borda para evitar que la viera su mujer. El nuestro se llamaba Federico Carlos y era alemán.
La historia del rey Väinö I, como así le bautizaron de forma no oficial, es bastante curiosa. Realmente a nivel histórico no llegó a aportar nada más que un apunte que se puede relacionar de alguna manera con la Primera Guerra Mundial.
La historia del entonces príncipe Federico Carlos de Hessen y Finlandia empezó poco después de la Guerra Civil de 1918. Entonces se planteó la posibilidad de implantar una monarquía para preservar la estabilidad del país, tal y como dice el Ministerio de Asuntos Exteriores. Había varias propuestas sobre la mesa de otros príncipes de Alemania, Suecia y Dinamarca. Tras estudiarlas, finalmente se decidieron por una de estas.
Así, el 9 de octubre de 1918 el Parlamento finlandés le eligió como rey. Se consiguió a pesar del boicot de republicanos y socialdemócratas, explica la radiotelevisión YLE, quienes opusieron una fuerte resistencia.
A partir de entonces empezaron las reuniones con el rey de Finlandia y le iniciaron en la cultura de la nación que supuestamente iba a dirigir. Se encargaron de impartirle clases de finlandés en su residencia de Schloss Friedrichshof, en Frankfurt.
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Mientras tanto, en Helsinki ya se iban preparando para su llegada. El actual Palacio Presidencial ya lo estaban amoldando para cuando se asentara, se estaba organizando todo un programa… El plan era que viajara en barco desde Tallin (desconozco si tenía que traer algún souvenir -léase alcohol- de Estonia) y que, cuando se aproximara por Hietalahti, comenzaran a sonar las campanas y a disparar los cañones.
La abdicación de Federico Carlos
En noviembre, el fin de la Primera Guerra Mundial marcó también el del intento de monarquía que no acabó por completarse. Alemania la perdió y entró en bancarrota. A ellos ya no les convenía tener un rey justo en la frontera con Rusia. Además, tampoco podrían haber protegido Finlandia.
Poco después, Federico Carlos envió una carta a mediados de diciembre anunciando su abdicación. Creía que era lo mejor para el país, así que abandonó su corona, la cual no llegó a posarse sobre su cabeza. Nunca conoció Finlandia.
Por tanto, el príncipe Federico Carlos de Hessen se retiró en su residencia de Schloss Friedrichshof. Pero no iba a cortar todos sus lazos con Finlandia. El que fuera embajador en Berlín, Harri Holma, le fue a visitar un par de veces. Precisamente él fue quien le dio esas clases de lengua. Finalmente, pereció en mayo de 1940. Un par de semanas después de su funeral, el Gobierno finlandés tuvo el detalle de dejarle una corona.
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Al final, se decidió volver a la república y ya no se echaron atrás. Desde luego, esta es una historia de lo más curiosa. ¿Ya conocías al rey fugaz de Finlandia? 🙂
Que interesante, no tenía idea. La verdad, me alegra que ganara la República 🙂
Gracias por tu amable comentario! Compartimos la misma visión 😉
Saludos!