Esplanadi es mucho más que un simple parque. Es probablemente el más famoso que hay en Helsinki, y no es para menos. Especialmente en verano, es uno de los puntos con más vida de la ciudad. El verde de sus árboles y su césped es una llamada a los ciudadanos y turistas a pasar una tarde agradable con la música de fondo de los artistas callejeros.
Desde luego, este parque en pleno centro de Helsinki no se ha ganado de la nada el cariño de toda la gente que lo transita. Además, detrás tiene una historia que merece ser conocida.
La construcción del parque se hizo de la mano del arquitecto Carl Ludvig Engel, el mismo que se encargó de levantar todo un símbolo de Helsinki: la Catedral luterana. Según recuerda la web Vihreät sylit -creada por el Ayuntamiento-, empezaron a trabajar en las obras hacia 1850. Por aquel entonces aún existía la bahía de Kluuvi, que llegaba prácticamente hasta la ubicación actual del parque. Como esa era una zona húmeda, tuvieron que taparla con diferentes materiales.
En aquel momento, se pensó en hacer estas pasarelas con árboles a los dos lados a modo de cortafuegos por si pudiera producirse un incendio. Cabe recordar que en esa época los edificios de la ciudad aún eran mayoritariamente de madera, por lo que un suceso de este calibre podría provocar catástrofes como las que antiguamente devastaron varias poblaciones finlandesas.
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Desde que Esplanadi se inauguró, miles de transeúntes han quedado maravillados por esta zona verde, que sobre todo en verano se llena a rebosar. Y no es para menos, pues suele acoger varios eventos musicales en el escenario conocido como Espan lava. Eso sí, cuando el frío empieza a arreciar también se organizan más actuaciones de otra clase.
La música, sin embargo, no queda restringida a este pequeño escenario. Artistas callejeros también se suman a la oferta cultural gratuita de este concurrido parque. La verdad es que el ambiente que crean es sumamente agradable y da gusto dar un paseo por allí o descansar en alguno de sus bancos. Si lo prefieres, puedes coger una manta y tumbarte sobre el césped, igual que hacen muchos helsinguinos.
El lujo que rodea a Esplanadi
Justo delante de Espan lava se sitúa Kappeli, un mítico restaurante con ya más de 150 años de historia. Su fachada, de un estilo muy clásico, es de esas que se te quedan grabadas en la retina. Es preciosa, sin dudas, pero también una señal de lo caro que es comer allí. Aquí puedes ver su carta, en la que incluyen los menús Jean Sibelius o Eino Leino.
No solo este restaurante es caro. En general, las calles paralelas al parque acogen varios comercios distinguidos como Louis Vuitton o Iittala. Por tanto, si la cartera no está demasiado cargada de billetes, es mejor solo entrar a mirar.
Si deseas acabar de redondear tu tarde perfecta, siempre puedes acudir a uno de sus pequeños quioscos de madera para comprar un helado, un refresco o el aperitivo que te plazca. En todo Esplanadi hay cuatro casitas de este estilo y la más antigua data de 1893, que es precisamente la que sirve como tienda.
Aparte de todo esto, Esplanadi también es un sitio donde servirse de cultura. Puedes hacerlo en el Teatro sueco que hay en el sector oeste del parque y que acabaron de construir en 1866. A pocos metros de ese recinto encontrarás la estatua de Eino Leino, que se hizo pública en 1953. Pero el principal monumento, el que mira por encima de los hombros a los viandantes, es el de Johan Ludvig Runeberg. Para que te hagas a la idea, fue el poeta que escribió el himno de Finlandia. Como apunte curioso, su estatua fue la primera que se alzó en público en la capital.
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Este es uno de los lugares de paso obligatorio para todo turista que vaya a Helsinki, así que anótalo en tu agenda como uno de los destinos obligatorios. Si ya has estado por allí, siempre puedes contarnos cómo ha sido tu experiencia en este parque 😉 .
Mi experiencia en este parque es maravillosa. Mi primer día en Helsinki, pasé media tarde sentada en el césped conviviendo con las gaviotas y escuchando jazz. Mi primer día de mi segundo viaje a Helsinki, pude ver los renos iluminados y la nieve cubriéndolo todo. Le tengo mucho cariño.
En invierno también es muy bonito, y más con los adornos navideños, pero el frío no invita a estar mucho tiempo allí 😉
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