Si hay algo que odio es el tabaco. Probablemente tú también lo repudies y sepas de lo que estoy hablando. Eso de sentarte junto a alguien, empiece a fumar y te llegue el maldito humo a la cara. Es muy desagradable. Y, por supuesto, en Finlandia aún pueden ocurrir situaciones similares por su legalidad.
Como parte de mi cruzada histórica contra el tabaco, voy a explicarte el estado de esta basura en Finlandia. Ya te avanzo una gran noticia: su consumo ha descendido en los últimos años.
Para informarnos sobre esta droga legal, hemos acudido al Instituto Nacional de Salud de Finlandia para buscar respuestas. Lo que me he encontrado es que en casi ningún segmento de población hay un consumo mayor al 20%.
Según las estadísticas, los hombres son quienes más fuman, pero al parecer también han tomado conciencia y lo han ido eliminando de sus vidas. Si en el año 2001 había un 29% de varones de entre 20 y 64 años que consumía tabaco, esta cifra ha descendido hasta el 16% en 2016. Los datos entre mujeres, el 20% en 1999; el 15% en 2016.
Los jóvenes también se han esforzado en dejarlo. La tendencia es la misma entre gente de entre 14 y 20 años, pero ahora me referiré concretamente a los adolescentes de 16 años. Su situación era alarmante en 2005, cuando uno de cada cuatro no dudaba en meterse un cigarrillo en la boca. Por suerte, los últimos datos reflejan que ya solo son cuatro gatos los inútiles que lo hacen: poco más de un 5%.
Una cuestión que ha ayudado a que la gente se desenganche del tabaco es la subida de impuestos y, por ende, del precio de los paquetes. Uno normal, con 20 cigarrillos, costaba 3,70 euros en 1998. Ahora es aún más caro y, según datos de mediados de 2016, vale 6,12 euros de media. Hay un impuesto específico por el que tienen que pagar cierta cantidad por cada mil cigarros, que hace 20 años era de 15,14 euros. Por suerte, a partir de 2009 empezaron a darle duro y lo subieron hasta 41,50 euros. ¿Medida recaudatoria? Puede ser, pero también se consigue que mucha gente lo deje por su precio prohibitivo.
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Este aumento del precio al público, por desgracia, parece que no afecta a los jubilados finlandeses. Es preocupante que haya habido un ligero ascenso de unos tres puntos porcentuales precisamente desde 2009. Ellos fuman menos que los trabajadores, más faltaría. Sin embargo, la tendencia no es nada halagüeña.
¿Cómo mantienen el tabaco a raya en Finlandia?
Hasta ahora hemos visto que han dado la primera estocada al tabaco mediante impuestos. Ahora bien, la utilización de las leyes antitabaco también es muy relevante. Por supuesto, no se puede fumar en bares, comercios en general o centros educativos. Los menores de edad tienen prohibido comprar las dichosas cajetillas, que además deben tener un 65% de su espacio frontal y trasero dedicado a las típicas advertencias con texto y fotos.
Aún hay más restricciones interesantes que merece la pena apuntar. Por ejemplo, las comunidades de vecinos y los municipios pueden optar por prohibir fumar incluso en edificios residenciales. Incluido en los balcones. Así, si te molesta el humo del fumador que tienes en el piso de al lado, puedes moverte con cierta facilidad para dejar de sufrirlo.
La ley finlandesa es lo suficientemente fuerte como para llegar a los coches. Concretamente, si hay menores de 15 años en su interior, no puedes encender tu cigarro.
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Ahora el objetivo de Finlandia es que para 2030 haya menos del 5% de la población que consuma tabaco (u otros productos con nicotina) cada día. Desde luego, lo ideal es el cero absoluto, pero eso ya llegará cuando los últimos fumadores se den cuenta de lo asqueroso que es un simple pitillo.
Dicho esto, recordamos: fumar mata: más de 4.000 personas perecieron en 2012 a causa del tabaco. Puedes fallecer de un cáncer por culpa de la porquería que tienes en tus pulmones. ¿Has tenido malas experiencias por el asqueroso tabaco? Yo, desde luego, nunca lo he tenido que sufrir: la gente en Finlandia se ha alejado de mí para que no me dé el humo, lo cual es de agradecer.