Los viajes en ferri partiendo de Helsinki en dirección a Tallin, la capital estonia, han adquirido muchísima popularidad entre los finlandeses. No solo porque el país vecino sea su gran tienda de alcohol, sino por la animación que organizan a bordo.
Los más populares son los barcos que están toda una noche navegando por el golfo de Finlandia para alcanzar su destino al día siguiente. Nosotros preferimos tomar el trayecto diurno y de dos horas y media de duración, que ya de por sí es de lo más entretenido.
Un viaje lleno de emociones a Tallin no podía ser perfecto. La muestra de ello es el inicio del viaje. Apretujados como sardinas en lata, entramos en el barco a paso de tortuga. Es impresionante la cantidad de gente que se dispone a viajar a Estonia. Algunos irán por negocios, por turismo… pero otros se disponen a comprar litros y litros y más litros de alcohol. Pero eso ya es otra historia.
Este trayecto lo hicimos con la compañía Viking Line. Supongo que otras empresas de transporte marítimo también harán sus shows, pero como lo desconozco te explicaré lo que puedes encontrarte en estas embarcaciones en concreto.
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El principal atractivo para los pasajeros es el concierto que dan junto a un bar en una de las cubiertas más altas, en la parte de la popa concretamente. La música que ofrecen los artistas no pasa de la barrera de lo comercial. Sin embargo, es agradable escuchar a estos cantantes desconocidos. Desde luego, sus voces son impecables y el acompañamiento instrumental también está a la altura.
Te aconsejo ir rápido hasta allí, ya que no hay sitio para todos y las sillas que hay se ocupan a una velocidad mayor que la de la luz. Es muy importante tener una mesa delante por el siguiente motivo: ¡el bingo! En ese primer viaje que hice aproveché para comprar un par de cartones (dos por 10 euros, carísimos). No canté ni una línea, pero tuve la suerte de que me eligieron para un concurso de acertar qué palo de cartas francesas saldrá en una pantalla. Mis dos aciertos permitieron que me llevara a casa un Toblerone de tamaño aeropuerto, una pequeña botella de cava y unos tickets VIP para volver otro día a Estonia. En fin, los 10 euros mejor invertidos de mi vida.
Si vas a ir acompañado de algún crío, deberías saber que también hacen talleres para niños. No le presté demasiada atención, pero juraría que hacían manualidades.
De compras en el barco a Estonia
Hablemos también de compras. Si a pesar de todo te aburres, puedes optar por ir de tiendas. Hay alguna oferta que te puede interesar, pues aunque hay productos de tamaño extragrande -como en el aeropuerto-, su precio es sensiblemente más económico que en las terminales aeroportuarias. Después tienes la opción de visitar un par de restaurantes y bares si te apetece.
Supongo que con todo esto tendrás suficiente para pasar unas horas agradables sobre el mar. Si aún así no te basta, sube a la cubierta de intemperie a disfrutar de las vistas y deja que el viento meza tu melena. O acaricie tu calva, depende de la genética.
Para acabar, en el viaje de regreso a Helsinki hay un fenómeno que debes presenciar. Estoy hablando de los finlandeses cargados de alcohol. Verás que sus carros van hasta arriba de cajas de cerveza, vino… Incluso deberás hacer proezas en algún pasillo para esquivarlos. Dicho esto, podrás imaginar las cantidades ingentes de alcohol que compran en Estonia.
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Si tú también te has subido a un barco por el estilo, puedes compartir tu experiencia en la sección de comentarios de esta entrada. ¿Te animarías a hacer otra vez este trayecto? Y, si no lo has hecho, ¿te han entrado ganas ahora de comprar tu billete?