Tampere acogió hace ya tiempo muchas industrias que se concentraban en las orillas de sus rápidos. Hoy en día solo son unas pocas las que sobreviven, por lo que los edificios que persisten se han quedado como una pieza de recuerdo de lo que la ciudad fue. En este sentido, el área de Finlayson se ha reconvertido en una de las zonas más populares entre los turistas.
Como bien indica su nombre, el área de Finlayson es donde antiguamente se ubicaba la empresa homónima dedicada a los textiles y que a día de hoy aún opera. Descubramos qué podemos encontrar en esta parte de Tampere.
Para entender la importancia que tuvo el lugar, primero de todo hay que conocer su historia. La de Finlayson como empresa comienza en 1820 de la mano del escocés James Finlayson, según la web de esta zona de Tampere. El emplazamiento es puramente estratégico: utilizaban los rápidos de Tammerkoski para generar energía y así poder trabajar en sus productos textiles. Desde el puente que atraviesa la parte con menos agua de este río aún podrás intuir las instalaciones con las que obtenían la hidroelectricidad.
Desde entonces, la industria de la zona se desarrolló muchísimo y continuó creciendo hasta 1960. De hecho, había llegado a ser el distrito industrial más grande de los países nórdicos, según Visit Tampere.
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Finlayson llegó a acoger varios servicios, como si se hubiera convertido en una población independiente. Disponían de una residencia de ancianos, un hospital, una escuela, sus cuerpos de policía y bomberos y, agárrate los machos, su propia moneda.
Por desgracia, no todo podía ser positivo. Las condiciones laborales eran pésimas: jornadas de 12 horas, problemas de salud derivados del polvo y el ruido de la fábrica, sueldos por los suelos… Eso sí, le daremos el mérito a Finlayson de ser de los primeros en Finlandia en pagar los días de baja por enfermedad.
Qué hacer en el área de Finlayson
Ahora ya sabemos la historia del área de Finlayson y eso significa en que es hora de dar una vuelta por el lugar. Lo primero que nos llamará la atención será su arquitectura. Esos edificios de ladrillos rojos sin grandes alardes contrastan fuertemente con los alrededores de madera e incluso con esa blanca pared que ilumina la calle peatonal principal.
En nuestro recorrido por la zona nos toparemos de forma irremediable con una de esas construcciones típicas como es la iglesia de Finlayson, alzada para los trabajadores de la zona hacia 1850, según la web eclesiástica Tampereen Seurakunnat. Sin embargo, a lo largo de los años ha cambiado su mirada y en 1996 se convirtió en la Catedral de los niños. Por el exterior, no obstante, no se aprecia nada de temática infantil y lo único que tiene colgada su sencilla fachada es una placa recordando a la gente que murió en la Guerra de Invierno y la Guerra de Continuación.
Yendo ya por la calle peatonal de Finlayson, detrás del muro blanco se esconde el museo del trabajo Werstas. Su nombre ya se delata: trata sobre la historia que se esconden detrás de los antiguos empleados de las fábricas. Cuando fui me quedé con las ganas de entrar, pues ya estaba cerrado y encima la entrada es gratis. Eso sí, me fascinó el monumento que hay a su entrada: una colorida ¿vaca? hecha con partes de diferentes coches.
También es gratis entrar al Finlayson Art Area. Allí podrás observar las exposiciones de diferentes artistas, tanto nacionales como internacionales. ¿La localización? Pues una antigua fábrica.
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Esta es solo una muestra de la reconversión que ha sufrido el área de Finlayson. Y no es el único ejemplo. Lo que más me impactó fue ver un Lidl (¡un Lidl!) en una zona histórica como esta. Incluso hay un cine por si te da por meterte en una sala para ver la última película de estreno.
Si no eres de ver filmes, siempre puedes optar por visitar sus cafeterías y restaurantes. Para variar, han reutilizado los espacios que dejó la gente de Finlayson y los han adaptado a sus negocios.
No cabe la más mínima duda de que como mínimo hay que darle una oportunidad a esta zona con un pequeño paseo. El sitio no está demasiado lejos del centro y además se puede ver rápido. Una forma ideal de observar lo que fue una fuente de riqueza para la ciudad -aunque a la vez implicara cierta precariedad. Si has estado por Finlayson, comparte con todos nosotros tu experiencia 😉 .