El día de la independencia de Finlandia ya está aquí. Cada 6 de diciembre celebramos que el país se liberó de las garras rusas tras más de un siglo de dominio. La pregunta es: ¿cómo lograron ser una nación libre?
Descubramos en este artículo cómo se propició durante varios años este sentimiento de identidad nacional. Después, veremos qué se hizo desde la política y en qué momento histórico para finalmente conseguir la independencia. Es información que todo amante del país nórdico debería repasar.
Para entender lo sucedido, recordemos algo de contexto histórico. Hacía más de medio siglo que Finlandia estaba en manos suecas cuando en 1809 Rusia anexó esta gran región y fue nombrada como Gran Ducado.
A partir de entonces, el hecho de tener una lengua común en el Gran Ducado de Finlandia y sobre todo la acción de algunas figuras influyentes iniciaron el camino hacia un estado libre. Uno de estos elementos cohesionadores fue el Kalevala, la epopeya nacional finlandesa, obra de Elias Lönnrot. Al fin y al cabo, no era más que un libro que recogía las leyendas de distintas zonas, en especial de Carelia, y cuyo autor vio que seguían un hilo.
Elias Lönnrot no fue el único escritor que inició este sentimiento nacionalista. También lo consiguió Johan Vilhelm Snellman, un hombre de letras con su carrera periodística. Él decía que había que defender el idioma finlandés para que no acabáramos pensando que éramos rusos. Para más inri, logró entrar en política. Hoy en día aún se le recuerda cada 12 de mayo durante el día de la herencia finlandesa, fecha elegida en su honor por ser cuando Snellman nació.
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En este mismo periodo de dominio ruso, también llegó la moneda propia, el markka. Seguramente su papel no fuera tan importante, pues al fin y al cabo no era más que una herramienta para el intercambio de bienes y servicios, pero su significado fue tremendo, dentro de la autonomía que ya tenía. Precisamente este fue uno de los logros de Snellman. Y ojo: el markka continuó en circulación desde 1865 hasta 2002, cuando ya llegó el euro.
Ahora ya conocemos las pinceladas que nos ayudan a entender mínimamente por qué Finlandia quería ser un estado independiente. Demos el salto en el tiempo desde el siglo XIX hasta el XX.
Los pasos del Parlamento por la independencia
Ya a finales de la Primera Guerra Mundial, recordarás que Rusia estaba viviendo una situación interna complicada con la Revolución rusa, lo que supuso un debilitamiento del país de cara a este conflicto internacional. Ante tal situación, fueron varios los territorios bálticos que aprovecharon para desvincularse de este imperio. Y Finlandia fue uno de estos.
El 4 de abril de 1917, el Parlamento finlandés se reunió por primera vez tras ser elegido el año anterior, tal y como indica SuomiFinland100. Ya el 18 de julio dio un importante golpe sobre la mesa al aprobar la Ley de Poder, que transfería las competencias de asuntos internos de Rusia a dicha institución.
Unos meses más tarde, en noviembre, el Parlamento aprobó una nueva Ley de Poder para adjudicarse todas las competencias posibles. Faltaban ya semanas para descorchar el cava.
El 27 de noviembre, el Senado empezó a trabajar (sí, trabajar, no es ningún chiste) y al cabo de una semana su presidente, Pehr Evind Svinhufvud, ya estaba leyendo la declaración de independencia. Hasta este paso, no estaban muy seguros de cómo debían proclamarla. El país estaba claramente dividido y no todo el mundo quería separarse de Rusia.
Con esta acción, sin embargo, no era suficiente. La demanda de los socialdemócratas era que se llevara tal declaración al Parlamento para poder debatirla y aprobarla. Eran también las exigencias de los representantes de otras naciones para reconocerla. Dicho y hecho: a los dos días 100 diputados dieron su bendición por 88 que estaban en contra. Ya no había marcha atrás: los representantes nacionales habían decidido que Finlandia debía ser independiente. Fue el 6 de diciembre, día elegida posteriormente para la gran celebración nacional, el día de la independencia o itsenäisyyspäivä.
El reconocimiento de la independencia de Finlandia
El siguiente paso ya no dependía de ellos. Para completar el proceso había que obtener el beneplácito de los demás países, lo cual no sería fácil dada la compleja situación internacional. Para empezar, las potencias no querían saber nada hasta que Rusia no se pronunciara. Los bolcheviques se habían mostrado favorables a las peticiones finlandesas, pero no el resto de partidos.
El 22 de diciembre, el Parlamento dio otro paso más y pidió el reconocimiento a la Asamblea Constitucional de Rusia. Por su parte, Alemania -con todos sus intereses en la Primera Guerra Mundial- presionó a Finlandia para que fueran directos a por el gobierno bolchevique para que diera el visto bueno a su separación.
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Por su parte, el Senado pidió al Gobierno ruso que aceptara su independencia y puso rumbo a San Petersburgo con Svinhufvud al frente. Tras unos formalismos, el Comité Ejecutivo Central confirmó que Finlandia ya no era rusa. Solo con esto ya se inició una cascada de reconocimientos, como el de Alemania o Francia. Ya era el momento de que todo el país saliera a la calle a celebrarlo. Y ya con el Tratado de Paz de Tartu (1920) se puso fin al camino por una nación libre.
Qué decir que entonces el país era todavía endeble, y prueba de ello fue la Guerra Civil finlandesa. Aún con estos obstáculos, esta, nuestra nación, logró consolidar su posición dentro de Europa. Así que solo queda una cosa por decir: Eläköön Suomi! ¡Viva Finlandia!