Runeberg, poeta finlandés

Runeberg más allá de sus poemas y sus dulces

Sin una figura como la de Runeberg hoy Finlandia no sería como la conocemos. El poeta finlandés, personaje ilustre del siglo XIX, fue una de las figuras clave para inculcar ese sentimiento nacional que décadas más tarde de la muerte del escritor culminaría en la independencia del país.

Johan Ludvig Runeberg es aún hoy un poeta muy recordado en todo el país. Cada 5 de febrero se conmemora a su persona: es uno de los días oficiales en los que se iza la bandera. Además, se comen unos dulces que llevan su nombre.

Runeberg, poeta finlandés
El poeta finlandés Johan Ludvig Runeberg. – Flickr (Skara kommun; CC)
Runeberg nació el 5 de febrero de 1804 en una familia pobre de Pietarsaari, en la costa oeste de Finlandia. Aunque el hogar en el que residía no tenía dinero, sí que tenía parientes reconocidos en la época, como el arzobispo de Turku, Jacob Tengström, tal y como detalla su biografía.

Durante su infancia estuvo estudiando de ciudad en ciudad, siempre en la costa oeste. Estuvo en Oulu, Vaasa, entre otras ubicaciones. A la postre esto se plasmaría en su obra, pues es una zona que estuvo muy influenciada por Suecia. Hay que recordar que Finlandia formaba parte de dicho país hasta que en 1812 cayó en manos rusas.

A los 18 años, Runeberg entró en la Universidad de Turku, entonces inmersa en una polémica tras el despido de tres profesores por actividades antigubernamentales. En cuanto al entonces estudiante, se alineó al lado del arzobispo Tengström, favorable al gobierno. Cinco años después de entrar consiguió su grado preliminar y en el mismo verano, el máster en Arte. Todavía continuó su carrera académica después de que la institución se trasladara a Helsinki en 1828. Justo entonces fue cuando conoció a su prima segunda, Fredrika Charlotta Tengström, con quien se casó en 1831. No vamos a valorar ninguna cuestión sobre este matrimonio.

La vida de Runeberg de Helsinki a Porvoo

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La estatua de Runeberg en Helsinki, rodeada de decoración navideña en invierno.
Durante su nueva vida en la capital, ejerció de periodista, profesor de escuela y de repaso y asistente en la universidad. Asimismo, empezó a publicar su colección de Dikter (Poemas) y en 1831 fundó el Helsingfors Lyceum, un colegio de secundaria, así como el periódico Helsingfors Morgonblad y posteriormente el Borgå Tidning. Seguro que ya te habrás dado cuenta de que todos estos nombres son en sueco, idioma que manejaba habitualmente. Igualmente, durante este tiempo fue profundizando sus conocimientos en poesía griega y romana hasta el punto de enseñar Literatura Romana -y más tarde Griega- en Porvoo. Esta ciudad, a 50 kilómetros al este de Helsinki, acabaría convirtiéndose en el lugar donde pasaría el resto de su vida.

En la década de los 30 y 40 siguió agrandando su colección de poemas con el segundo volumen de Dikter (1933) o Fänrik Ståls sägner I (1848). Pero sin duda su obra más importante la escribió en la primavera de 1846 para sus alumnos de Helsinki. En medio de un clima político inestable que desembocaría en las revoluciones de 1848, presentó el poema Vårt Land. Puede que ese nombre no te diga nada, ¿pero y si lo traducimos al finlandés como Maamme? Exacto: es el himno de Finlandia. Era su intención crear tal composición, aunque no sé si se esperaría que más de 170 años después se continuara cantando como se hizo en el festival de primavera en 1848 de la Asociación de Estudiantes. Lo único que faltaba era crear una melodía, tarea de la que se hizo cargo Fredrik Pacius.

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Como dato curioso, a partir de 1840 intentó coquetear con Rusia para ganar popularidad allí, puesto que era un país que también le interesaba. De hecho, Johan Ludvig Runeberg llegó a ganarse un estipendio anual de manos del mismísimo Emperador, lo que hizo que acabara escribiendo para ellos también (Nadeschda; 1841). Sin embargo, finalmente su popularidad en Suecia le hizo retomar el camino hacia el vecino occidental. Como muestra del aprecio que le tenían, en el 39 fue galardonado con un premio de poesía por parte de la Academia Sueca. Un siglo después todavía le recordaban: Elgskyttarne y Fänrik Ståls sägner empezaron a convertirse en lecturas obligatorias en los institutos.

Su muerte y el recuerdo de sus dulces

Runebergintorttu dulce
Los famosísimos Runebergintorttu. – Pixabay (Marja Mäkelä; dominio público)
La producción de su obra se vio parada en seco en 1863 durante una excursión de caza. Una apoplejía le dejó postrado en la cama. Ya no había nada que hacer. Durante muchos años todo el país esperaba noticias sobre su muerte segura, que finalmente llegó en 1877. Runeberg pereció, pero su recuerdo permaneció imborrable: sus obras se tradujeron a varios idiomas (inglés, danés, italiano, alemán…), se hizo un museo en su casa, recibió numerosos honores -incluso aún en vida- de parte de importantes instituciones literarias…

Mucho he hablado sobre su carrera literaria, ¿pero qué hay del dulce que lleva su nombre? Se llama Runebergintorttu y no, no lo creó él. Es obra de su esposa, Fredrika Charlotta Tengström -después de casarse cambió su apellido a Runeberg.

Runebergintorttu fue una creación de Fredrika Runeberg. Realmente fue algo improvisado: él quería algo dulce y ella se lo sacó de la manga con lo que tenía en casa. Un poco de mermelada, almendra molida, cardamomo, harina y listo. También se le puede poner un chorrillo de ron. Al final le gustó tanto que acabó por comerlo con asiduidad.

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Actualmente se sigue tomando este postre cada 5 de febrero como un plato tradicional más. Un mes antes ya se puede encontrar perfectamente en las tiendas de todo el país. De alguna forma es como prolongar el recuerdo de Runeberg, aunque solo con el himno de Finlandia ya permanecerá en la memoria de la población para siempre.

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