Las elecciones parlamentarias finlandesas del 14 de abril deberían marcar el futuro de los siguiente cuatro años. Digo deberían, porque no está claro quién va a gobernar. El partido más votado ha sido SDP (Partido Socialdemócrata) con un 17,7% y 40 diputados, pero los que son a priori sus aliados no han obtenido los escaños suficientes como para conformar un tripartito de izquierdas estable.
Por su parte, el partido racista Perussuomalaiset se ha convertido en la segunda fuerza al alzarse con un 17,5% de los votos. Sin embargo, tampoco parece tener fácil imponerse como la principal fuerza de gobierno. Repasemos lo que ocurrió durante la noche electoral, el futuro del país y lo que no te han contado los medios españoles.
Empecemos viendo la situación del partido del primer ministro, Juha Sipilä. Keskusta (Centro) es el más perjudicado tras estos comicios de largo. De tener 49 diputados en un Parlamento con 200 sillones, ha pasado a obtener únicamente 31. De hecho, solo ellos han perdido representación: el resto de grupos o se han mantenido o han ganado escaños.
¿Qué les ha pasado para que ocurriera tal hecatombe?
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El gobierno anterior estaba formado por una coalición de derechas formada por Keskusta, Kokoomus (derecha) y los ya nombrados Perussuomalaiset (ultraderecha). Los de teórico centro eran quienes estaban al frente del tripartito y parece que los finlandeses han pagado especialmente con ellos los problemas de los últimos cuatro años.
Este tripartito se caracteriza principalmente por los recortes -ni qué decir que a nadie le gusta- y la enorme inestabilidad. Entre ellos no había una relación fluida que digamos. De hecho, el pacto acabó rompiéndose un mes antes de las elecciones por la caída de la reforma del Sote, es decir, el sistema que proporciona servicios de atención -tipo salud- a los ciudadanos.
En cuanto a los recortes, siempre se había dicho de Finlandia que la educación era intocable, que de allí nunca se podía quitar ni un céntimo. Por desgracia esta visión ha cambiado en los últimos cuatro años y esta merma en el presupuesto se ha notado.
Sipilä también se vio involucrado en una doble polémica. Primero de todo, porque una empresa estatal a la que inyectaron 100 millones de euros otorgó un contrato por 500.000 euros a una compañía dueña de unos familiares del primer ministro. Eso ya de por sí es sospechoso, pero peor fue lo que ocurrió después. Este caso lo destapó la radiotelevisión pública, que después de publicar esta información recibió hasta 20 emails en poco tiempo de Juha Sipilä, tal y como informa la misma YLE. Esos correos tenían un carácter muy agresivo: se quejaba de que no le habían dejado dar su versión y que su confianza en YLE era cero, como si el medio le perteneciera.
Estos años de desgaste, sin embargo, no han afectado para nada al resto de socios de gobierno. Kokoomus, partido conservador, incluso ha ganado un diputado (se ha quedado en 38), aunque realmente ha cedido un 1,2% respecto a las elecciones de 2015. Su presidente, Petteri Orpo, tenía una cartera importante, la de Finanzas.
También es curioso -y preocupante- el caso de la extrema derecha. Perussuomalaiset (Verdaderos Finlandeses) ha perdido un 0,2% en cuatro años, pero también ha ganado otro diputado (39). Eso sí, no se ha librado de multitud de polémicas y conflictos internos importantes.
Las polémicas de la extrema derecha
Cada vez que algún miembro de Perussuomalaiset habla, acaban saltando chispas. Ocurrió con las declaraciones del diputado Olli Immonen, ocurre con su presidente, Jussi Halla-aho, y seguirá ocurriendo. De hecho, su actual líder ya fue condenado por vincular la pedofilia a la religión musulmana y decir que los somalís van a vivir del cuento y robar, tal y como publicó YLE. También llevan en sus filas a Brother Christmas (Ari Koponen), un popular personaje que desde su asociación ayuda a niños enfermos… y desde la que cometió irregularidades en su financiación. Un juez ya ha dictaminado su culpabilidad.
Las divisiones internas parece que tampoco les han afectado. En la pasada legislatura se produjo una escisión dentro del partido. Un nuevo partido se fundó, Sininen tulevaisuus (Futuro azul). Su presidente, Sampo Terho, era ministro de Europa, Educación y Deportes. Pues bien, a pesar de tener entre sus candidatos a gente de perfil tal alto, sufrieron un tropezón importante: 1% de los votos y ni un sillón en el Parlamento. A propósito, puedes consultar los resultados en la web del Ministerio de Justicia.
Que quede constancia de una cuestión más: la ultraderecha no está en auge en Finlandia. Esa etapa ya la han pasado. Lo de ahora es aún peor, es la consolidación de un movimiento extremista y la posibilidad de que se siga expandiendo por el resto del continente ante la cercanía de unas elecciones europeas.
Ya en relación con la izquierda, es cierto que todos los partidos representativos han subido, pero entre ellos no suman. La fiesta en SDP es moderada: es la primera vez en 20 años que ganan unas elecciones parlamentarias. No es noticia que tenga que negociar para poder gobernar, pues en Finlandia no tienen problemas para hablar con los que piensan diferente.
Tampoco les ha ido mal a los otros dos partidos de izquierdas. Vihreät (Los Verdes) y Vasemmistoliitto (Coalición de izquierdas) han conseguido 20 y 16 diputados, con un ascenso de cinco y cuatro escaños respectivamente. Lo que ocurre es que entre todos no consiguen los 101 representantes necesarios para conformar gobierno.
El pactómetro de Finlandia
Entonces, ¿qué opciones hay que hacer para sacar adelante un gobierno?
Empezando con los socialdemócratas como pilar, la opción más lógica y sencilla sería juntarse con Vihreät y Vasemmistoliitto y después con un cuarto partido. El cuarto en discordia podría ser Keskusta, aprovechando su momento de debilidad. También sería matemáticamente viable unirse con Kokoomus o incluso Perussuomalaiset, pero estos tendrían que ceder mucho para llegar a un acuerdo. Además, el líder de SDP, Antti Rinne, ya ha dicho al diario digital News Now Finland que pactarán con gente que comparta sus valores y, por tanto, Halla-aho no entra en sus planes de gobierno.
Una alternativa sería un gobierno megaplural, tal y como ocurrió en 2011. En aquel año pactaron Kokoomus, SDP, Keskusta, Vihreät, Vasemmistoliito (aunque estos dos últimos acabaron por irse), RKP (el Partido Popular Sueco) y Kristillisdemokraatit (Cristianodemócratas). Fue una coalición que dejó fuera al partido de extrema derecha, que acababa de obtener un resultado histórico.
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Otra opción que numéricamente sería viable es dejar de lado a SDP y reeditar el tripartito entre Kokoomus, Perussuomalaiset y Keskusta. El problema es que pasaría por darle la presidencia al extremista Halla-aho. Además, si en la pasada legislatura hubo tensión entre estas tres formaciones, dudo que quieran repetir esta experiencia negativa.
Lo único que queda claro es que las negociaciones van a ser muy complicadas. Al final tendrán que llegar a algún acuerdo, pues ya están acostumbrados a estos pactos, pero hay tanta incertidumbre que no está claro lo que ocurra.