¿Es tan largo, frío y oscuro el invierno finlandés?

¿Qué preocupa a la gente del sur que por un motivo u otro acaba en Finlandia? Pues es sencillo: que el invierno parezca que no acaba nunca. Que no se vaya nunca la nieve, que la luz no llegue a iluminar las calles…

Después de haber vivido un invierno en Finlandia de principio a fin, con sus prórrogas incluidas, puedo explicar cómo es. Cada persona es un mundo, obviamente, pero seguro que podemos sacar factores comunes para todos.

Voy a empezar con polémica: para mí el invierno que viví fue muy corto. Los finlandeses consideraban que había sido una estación buena en cuanto a que habíamos tenido nieve a montones y temperaturas por momentos muy frías. Pero bueno, creo que es mejor empezar tirando un poco hacia atrás y poniendo el punto de partida en el otoño.

El problema realmente viene con el otoño. Cuando las hojas ya se han caído, allá por noviembre (un poco antes cuanto más al norte vayas), el paisaje que se queda es realmente triste. Si al menos hubiera sol podríamos ver algo de azul, pero cualquiera que haya estado en Finlandia por esta época se habrá dado cuenta de que suele haber mucha nubosidad. Entonces, ¿qué nos queda?

Llegados este punto, la gente lo que espera es que llegue la nieve. ¿Por qué? Pues porque aporta luz y crea paisajes maravillosos. Lo que pasa es que en el sur podemos estar perfectamente hasta diciembre o enero sin que el manto blanco sea permanente.

Mientras esperamos, tenemos días de lluvia, días en las que la nieve nos sorprende durante unas horas… A lo mejor hasta cae el primer muñeco de nieve, porque suele estar húmeda y es muy fácil de manejar. Es la nota positiva de estos momentos en general grises.

Pero cuando llega de verdad el invierno… ¡qué pasada! El paisaje se tiñe de blanco y, entre otras cosas, se pueden empezar a realizar las típicas actividades de invierno. Es cierto que en esta época podemos tener menos de seis horas de luz. Sin embargo, luego miras por la ventana y ves el brillo de la nieve. La sensación ya no es la misma.

En ese momento, con temperaturas negativas permanentes, es cuando empiezan las actividades de invierno. Se acondicionan las pistas para practicar esquí de fondo, se congelan explanadas para hacer patinaje sobre hielo… A mi parecer, es de lo mejor que se puede hacer en esta época.

Finlandia es un país en el que prácticamente abres la puerta y a pocos pasos tienes una pista de patinaje o algunos circuitos por los que esquiar. Por tanto, puedes ir las veces que quieras.

¿Sabes cuál es el problema que hay? Pues que en un abrir y cerrar de ojos ya las condiciones meteorológicas impiden dichas actividades. Allá por febrero-marzo en el sur del país, el mercurio vuelve a subir de cero grados. Justo cuando le estás pillando el tranquillo, resulta que hay que guardar los patines y los esquís. Y hasta el año que viene. Este es el motivo número uno por el cual el invierno en Finlandia me parece muy corto. A lo mejor ahora esta afirmación no parece tan descabellada.

Mientras tanto, entre enero y marzo sí que podemos ver que rápidamente las horas de luz van aumentando. Si a finales de diciembre el sol se pone a las tres de la tarde, en unas semanas ya ves que hasta las cinco hay claridad. En definitiva, sí, hay momentos de mucha oscuridad, pero se pasan rápido. A lo mejor en el norte de Laponia se lleva peor, porque estos fenómenos se viven de forma más extrema.

En marzo ya la nieve se va fundiendo y mientras tanto se va quedando negra allí por donde pasan coches, pero también se nota que hay mucha más luz y menos nubosidad. En resumen, una de cal y otra de arena. Esto también significa que son los últimos momentos para ver la aurora boreal en Finlandia. Es una señal inequívoca de que la noche va perdiendo terreno y llegados a cierto punto da un poco de pena, pues las estrellas desaparecerán del firmamento, al igual que las luces del norte.

Lo que pasa es que lo que conocemos como la primavera tarda en llegar. En abril ya la nieve se derrite y deja el camino abierto para que la naturaleza empiece a florecer. Lo que pasa es que eso no ocurre de un día a otro y se tarda bastantes semanas en empezar a aparecer el verde de las hojas de los árboles.

Mientras esperamos la llegada de la primavera, es muy probable que en abril y mayo aún tengamos episodios de nevadas. Por mucho que el termómetro se haya acercado incluso a los 20 grados, lo que en finlandés conocen como takatalvi puede aparecer. Es decir, podemos volver a contemplar paisajes invernales. A algunos esto les desespera, porque parece que el calor nunca llega, pero personalmente me encanta.

Una vez teníamos programada una salida para limpiar una zona recreativa para verano, principalmente para quitar las hojas que aún había en el suelo. Era 24 de abril y ese día nos despertamos con unos cuantos centímetros de nieve y algún que otro accidente en carretera de gente que había salido con neumáticos de verano sin clavos. Al final en la zona donde teníamos que ir a hacer esta actividad no había nevado, pero ya teníamos la broma de ir a hacer trabajos de nieve.

Estos últimos copos de la temporada también son excelentes para hacer los muñecos de nieve por el mismo motivo que en otoño. Ya no se puede esquiar ni patinar sobre hielo, pero al menos nos queda una última forma de diversión. Porque ya en mayo sí que llega definitivamente la primavera y podemos tener los primeros episodios de calor.

Seguramente muchos no compartirán mi visión, pero a mí esta época me parece muy dinámica y tiene muchas cosas buenas. Todo depende de cómo te lo tomes. Ahora es tu momento de hablar y comentarnos aquí abajo qué te parece el invierno finlandés. ¡Nos leemos!